Como cantaba el famoso grupo de música, “Sevilla tiene un color especial” y eso no solo se aprecia en sus calles concurridas y atracciones turísticas por excelencia, sino también en los rincones un poco más ajenos al bullicio y que resultan ideales para disfrutar de unos momentos de tranquilidad en mitad del viaje. Por ello, durante vuestra estancia en nuestro hotel en Sevilla, os proponemos salir de los circuitos típicos para introduciros en otros lugares con encanto perfectos para evadirse.
En primer lugar, recomendamos el Parque de María Luisa que, si bien es el más popular de Sevilla, puede suponer una opción ideal para aquellos a los que les gusta pasear sin rumbo entre árboles y estanques. Además, goza de la denominación de Bien de Interés Cultural y cuenta con rincones tan pintorescos como el Monte Gurugú, desde el que se divisa buena parte del entorno, o la Isleta de los Patos, un precioso estanque habitado por cisnes, pavos reales y otras aves.
Apunta también para seguir con tu jornada de relax los Jardines de Murillo. Uno de sus principales atractivos es su variedad de especies botánicas. Situado en el barrio de Santa Cruz, estos jardines están, como no podía ser de otra forma, dedicados al ilustre pintor.
Un parque bastante desconocido y no por ello menos idóneo para pasar un buen rato es el Parque del Alamillo, ubicado en la Isla de la Cartuja. No solo ofrece grandes extensiones de espacio ajardinado, sino que también tienen cabida otras actividades lúdicas como el alquiler de bicicletas y el tren de paseo.
Dejamos aparte los parques y nos adentramos en la ciudad, pues su entramado esconde numerosos callejones con encanto. Uno de ellos es el callejón del agua, en pleno barrio de Santa Cruz. Posee aproximadamente 140 metros de longitud y une la plaza de Alfaro con la calle Vida. Se trata de una calle que se encuentra pegada a la muralla de Sevilla y que guarda en su interior dos tubos que transportaban el agua desde los caños de Carmona hasta los Reales Alcázares.
Sin movernos del barrio de Santa Cruz, nos encontraremos con una plaza un tanto escondida. La Escuela de Cristo, que así se denomina, se presenta como un bello y acogedor rincón apenas transitado. Aquí se erige la iglesia de Santa Cruz y el oratorio de la Escuela de Cristo. Para llegar sin perderse hasta este lugar tienes que tomar la calle Carlos Alonso Chaparro.
A pesar de estar también muy céntrica, la plaza de Santa Marta es otro de los espacios de Sevilla que resultan casi desconocidos. El nombre de esta plaza proviene del ya extinto Hospital de Santa Marta. En su lugar, quedan unas cuantas casas, una cruz y varios naranjos que aportan gran vistosidad. Aunque está algo oculta, el hecho es que se accede por la plaza Virgen de los Reyes. Es la prueba de que no hace falta irse muy lejos del centro sevillano para disfrutar de un entorno apacible.
Nuestra última recomendación es la calle Susona, sobre la que se cierne una llamativa historia que tiene como protagonista a una bella mujer judía quien, por enamorarse de un cristiano, traicionó a su padre. El resultado es una placa conmemorativa que expone este trágico suceso. Este amor entre culturas está, además, representado por una palmera y un naranjo que crecen del mismo seto. Como curiosidad, debes saber que esta calle Susona antiguamente se llamaba calle de la Muerte.
Esperamos que disfrutes por estos rincones recónditos de Sevilla.
Un cordial saludo,
Amador Recio
Director @ Hotel Ribera de Triana Sevilla